martes, noviembre 07, 2006

Madrid, Madrid, Madrid... ( II, sábado)


El sábado amaneció como acabó el viernes: lloviendo. Día triste. Pero más tristes eran nuestras caras, la verdad. La rubia no tenía ojeras, aquello eran yacimientos arqueológicos... Y la morena, en fin, pudimos escribir perfectamente SUPERMERCADOS EL CORTE INGLÉS en sus bolsas oculares... Yo no, yo estaba estupendo! (Que coño! Yo era el peor, lo asumo...) Así que decidimos darnos una ducha en ese baño tan...¿íntimo? ¿privado? (nota del autor: para el que no lo sepa, los que diseñaron el hotel moderno se olvidaron de poner puertas a los aseos...)


Éste era el escenario en el que surgió el amor del viaje: la cafetería del hotel...

Algo más recuperados, aunque con signos evidentes de fatiga hepática, bajamos a desayunar con Davids, que nos empachó con unas galletitas muy buenas de... ¡2 mm de grosor! La rubia se lo dejó claro: "Davids, quiero galletas no papel de fumar!" El pobre ya no sabía donde meterse, y eso que no había hecho más que empezar...




Empezó el día, y tras las clases de calientamiento vocal de la magistral Edith Salazar, salimos en busca de alimentos. Ahora, con los estómagos repuestos sólo había una posiblidad: COMPRAS. Maldita la hora en que la Rubia divisó ese chochillo de leopardo para su largo y esbelto cuello... Horrendous! Seguimos derrientiendo el plástico para, a media tarde, desistir del Museo Chicote y sucumbir a los encantos de una buena siesta antes de la noche...Vuelta al hotel. Eso sí, con una caja de 12 del Dunkin' Donuts! Ron y rosquillas. Como Homer pero en pijos...


Mucho diseño, pero yo ya no sabía si estaba en un hotel pijo o en el Salón del Tunning de Valencia...

Son las 22:00, el mejor reloj: nuestras caras. Agotados. Pero decididos a volver a darlo todo como la noche anterior. Madrid nos necesitaba y no podíamos fallarle. Un taxi. Con su taxista, claro. Y todo para bajar de Colón a Cibeles.... Aún así, no sé si porque el hombre se lo pasó en grande con las 4 copas que me había metido o porque nos vió cara de pardillos, pero intentó en vano darnos un pequeño rodeo (vamos, que le faltó llevarnos por Huesca y Álava...) pero le paré los pies. Porque aunque no haya vivido en Madrid (los madrileños se lo han perdido) sus calles me han visto vagabundear en infinidad de ocasiones... Al caso, que el chófer (lo de taxista queda horrible) iba descojonadito vivo, lo que me hizo preguntarme quién de los dos había bebido más... Sacamos los culitos (sí coño, en diminutivo!) del transporte público y vamos al encuentro de Álex. Era de esperar que se pasara los primeros 15 minutos preguntando si realmente iba 'mono', pero sólo fueron 13, una vez más me equivoco...

Vino va y vino viene. Los de las mesas colindantes estaban más pendientes de nuestra conversación que de las suyas (vamos, que les faltó pegar las mesas...) Otra vez montamos el espectáculo....


Copas, copas, y copas... Y HASTA AQUí PUEDO LEER! (Maldito secreto de sumario...)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay caoba... el problema del taxista era si le entraba a la rubia o no, y como esta rubia es tan fina, hablaba de tirarse a dos hermanos delante del pobre hombre que se estaba calentando como buena estufa.. entraba al trapo o no???
Dios ese webito Zen que mono es!!!!!

R. Gomariz dijo...

A ver cazurra... Ahora hablamos del taxista del sábado noche, no del viernes... Dios, esas partículas violáceas en tu cuero capilar están acabando contigo! Ayns...

Anónimo dijo...

Que asco dais cuando mostrais vuestra envidia hacia mi persona...