
En Sitges puedes ver lo que nunca pensaste ver. Sitges se escribe con 'S', de Sexo. El pueblo, de aproximadamente 15.000 habitantes (eso nos dijeron) huele a desenfreno.
Alemanas, francesas e inglesas plenamente borrachas (y eso que a 8 euros la copa en un bar normal no es tarea fácil pillarse un colocón...) Cientos de gays hipermusculados, rapados y con barba de dos días, con sus camisetas interiores de tirantes y sus pantalones cortos militares. Son clones, todos absolutamente iguales. Un ambiente de lo más variopinto en una ciudad de lo más divertida. La fórmula es sencilla: miles de jóvenes + playa + vacaciones = Sitges. Pero lo más importante de esos días no es lo que pasó allí (secreto de sumario decretado por todos), sino lo que te traes.

Mientras, la playa ya no queda tan cerca y nos empeñamos en aprobar a la vez que otros insisten en suspendernos. Bueno, sólo nos queda "cagarnos en el kilómetro 105 de sus cuernos..."
Seguiré estudiando, que hoy no estoy nada escatológico...
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