Una ciudad distinta. Conocida y desconocida. No la recordaba así. Y un hotel. Frío, muy frío. Sólo. Pensando mucho, recolocando piezas del puzzle de tu vida. El destino nos juega malas pasadas, hace y deshace a su antojo. Quiso que yo estuvera allí en ese momento. Pero mi realidad es distinta.
Dos y media de la madrugada en
Ansiaba verte esa mañana, pero no apareciste. A veces creo que ninguno de los dos tenemos el suficiente valor para hablar claro. Aunque tu nunca mientas. Vestido sobre la cama, espero que no avancen los minutos, que no lleguen las 12, que no llegue el momento de marcharme, de marcharme sin verte, sin despedirme.
Recordé entonces cómo se llora. Sin darme cuenta, comprendí que todo lo que había pasado me estaba doliendo más, mucho más, de lo que esperaba. Comprendí así que te necesito, te añoro. Te echo de menos. No sé si es amor, prefiero no saberlo. Me quedo con lo que me haces sentir, con las sensaciones y sentimientos que dormidos despiertan ahora contigo.
Pero tu nunca mientes. Dices que me quieres. No lo dudo, pero adoro oírlo una y otra vez. Perdóname siempre, pues los errores que nacen del corazón no son errores, son lecciones. Aprenderé. Y déjame abrazarte una vez más. Volveré para bajar esa Rambla mirando al cielo mientras busco tu cara. Arriba y dentro. En lo azul y en lo rojo.
1 comentario:
Transmites..
Me he sentido como tú en ese momento que relatas. Y te he visto a ti ahí, en situación.
Nunca dejes de escribir.. Sería terrible para quienes te leemos
:*
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